"Llorarlo todo, pero llorarlo bien.
Llorarlo con la nariz, con las rodillas.
Llorarlo por el ombligo, por la boca.
Cansado,
muy cansado
de este frío esqueleto,
tan púdico,
tan casto,
que cuando se desnude
no sabré si es el mismo
que usé mientras vivía.
Cansado,
sobre todo,
de estar siempre conmigo...
Tardará, tardará.
Pero, quizás, un día...
Nada ansío de nada,
mientras dura el instante de eternidad que es todo,
cuando no quiero nada.
Jamás he mantenido contacto con lo inerte.
Si de algo he renegado es de la indiferencia.
No aspiro a transmutarme,
ni me tienta el reposo.
Todavía me intrigan el absurdo, la gracia.
No estoy para lo inmóvil,
para lo inhabitado.
Cuando venga a buscarme,
díganle:
"se ha mudado".
Tardará, tardará.
Pero, quizás, un día
no me es posible ni tan siquiera imaginar
que pueda hacerse el amor más que volando."
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